Se interviene estimulando los procesos cognitivos, procesos que nos ayudan a asociar ideas y acciones para llevar a cabo tareas más complejas. Estos procesos nos ayudan a tener una capacidad conductual más flexible y dirigida a las metas que queremos conseguir.
Cuando hablamos de procesos cognitivos estamos hablando de funciones ejecutivas.
Las funciones ejecutivas son funciones que nos sirven para poder adaptarnos al entorno y vivir de manera funcional, es decir, poder ejecutar las distintas acciones o tareas que nos permiten alcanzar nuestros objetivos. Las más conocidas son la atención, memoria y planificación.
Una lista más extensa de las funciones ejecutivas podría incluir: Gestión del tiempo, iniciativa, inhibición, auto- monitorización, flexibilidad, control emocional, relevancia, resolución de problemas, establecimiento de objetivos, organización y activación cognitiva, entre otros. Estas acciones necesitan un tiempo para establecerse y desarrollarse, de ahí radica la importancia de ir trabajándolas y potenciándolas a lo largo de los años, requieren que los resultados aparezcan de forma gradual, siempre y cuando se efectúe una intervención adecuada y efectiva.
Dada la complejidad de estas capacidades, el periodo donde se produce mayor desarrollo es de los 6 a los 8 años, pudiéndose alargar la maduración de algunas de ellas hasta los 25 años.
Existen diferentes tipos de funciones ejecutivas, con distintas finalidades, para adaptarse a los requisitos de cada tarea: la planificación, que consiste en fijar objetivos, el procedimiento para conseguirlos y anticipar consecuencias; la toma de decisiones, seleccionar una acción entre varias; la organización, reunir y estructurar información; la flexibilidad, capacidad para adaptarse al cambio; la monitorización, que es la atención plena en una tarea; y la anticipación, basada en prever resultados y consecuencias.
Otras funciones ejecutivas también útiles son: la inhibición de la respuesta, parar voluntariamente una conducta, autocontrol; la memoria de trabajo verbal y no verbal, almacén temporal para poder trabajar con los datos; el cambio, que permite mover la atención a diferentes variables de un estímulo; la actualización, que consiste en agregar nuevos contenidos a la memoria; y la fluidez, que se basa en producir nueva información a partir de la que tenemos.
Así pues, para alcanzar un mismo objetivo podemos o será necesario utilizar distintas funciones ejecutivas para realizar correctamente la tarea. Vemos cómo algunas de estas funciones están vinculadas y se relacionan una con otra; por ejemplo, la capacidad de monitorización, que hemos visto que consiste en fijar la atención en una tarea para poder modificar nuestra actuación si es necesario, tiene relación con la flexibilidad cognitiva, que nos permite cambiar de pensamiento y adaptarnos a los cambios.
Todas estas funciones son muy útiles y esenciales para nuestro día a día. Permiten hacer planes, tomar decisiones, solucionar problemas, disminuir la impulsividad, aumentar la flexibilidad cognitiva, mantener nuestra atención... En definitiva, efectuar las distintas actividades de manera óptima.
Lorena Moreira
Psicopedagoga
Coordinadora de CEDTI
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